martes, 7 de diciembre de 2010

Tócame

Tócame
Él definitivamente no entendía la actitud de ella, la forma en cómo su mano agarraba con fuerza el acolchado que tantas veces cubrió sus cuerpos desnudos y sudados; no comprendía porque sus labios desaparecían casi por completo por la forma en que ella se mordía, haciendo fuerza; tratando de no gritar… tal vez, ¿De no llorar? Eso era lo que él no sabía, no conocía cual era el motivo por el cual ella quisiera llorar; estaban juntos.
-¿Puedes dejar de hacer, lo que sea que hagas? – Pregunto el hombre mientras se sentaba al lado de la mujer, que nerviosa soltó el acolchado, intento subir la mirada para conectarla con la de él pero, desilusionada la bajo; sin tan siquiera hacer el intento.
-¿Por qué no te has ido? – Pregunto ella a modo de respuesta, segundos antes de levantarse de allí y caminar a cualquier lugar, tropezando con diferentes objetos que estaban por allí esparcidos, desesperada por ser aun tan torpe maldijo un par de veces en voz baja; el hombre rio con fuerza.
El hombre se regocijo por su reacción, no sabía porque le daba tanta alegría saberse deseado aun por ella, ser consciente de que todas esas cavilaciones por las que ella pasaban eran generadas por él, por su cuerpo, por todo lo que genero en ella; le hacía creer que aun era posible hacerla cambiar de parecer, le daban simplemente… esperanza.
-Porque tu bien sabes que no quieres que me vaya – De un par de zancadas estuvo a su lado, abrazándola nuevamente con fuerza y cariño – Tócame, solo hazlo – Le pidió casi en una orden que no admitía negativas; apretó seguro la cintura de la mujer, haciendo que esta instintivamente levantara los brazos para así, sus manos caer suavemente en el rostro de él.
-Eso, tócame – Ahora el susurro masculino fue más ronco, más cercano al rostro de ella, la embargo; la hipnotizo.
-No me hagas esto otra vez, ya lo hablamos… - trago suavemente, tratando de así encontrar fuerzas para hacerlo ir – Yo quiero que te vayas, necesito que te vayas.
-Tú solo necesitas hacer lo que te digo, tócame – Tomo sus manos de ella, con delicadeza pero llevándolas hacia su rostro nuevamente con una seguridad imparable – Tócame, tócame y todo estará bien; soy yo… sigo siendo el mismo.
-Yo – Titubeo sin saber que decir o, que hacer; era tan reconfortante para ella estar ahí, junto a él, compartiendo el calor que nacía del contacto de sus cuerpo, contando cada una de las cosquillitas que se esparcían en sus manos por el contacto contra la barba de dos días del rostro de él; era mágico estar a su lado – No… no…
-Tócame y recuérdame, soy yo… sigo sonriendo igual – Esa era la respuesta para todo, él si conocía la razón por la cual ella trataba de ser fuerte, de demostrar una fortaleza que había perdido meses atrás y que con los días se fue marchitando con rapidez; el comprendía perfectamente porque apretaba con fuerza el acolchado, él conocía esa sensación porque por ella también atravesaba cada mañana sin saber realmente que hacer para hacerla sentir mejor, para forjarla a olvidar todo menos el hecho de que él seguía sonriendo por el simple hecho de verla.
Las pequeñas manos femeninas comenzaron un recorrido detallado del rostro de él; era perfecto; recórrelo, delinearlo era como darle play a la película de recuerdos vividos con él, todos; los públicos y los íntimos, cuando se besaban y cuando ella lo delineaba con la mirada, tatuando cada una de las gesticulaciones de él en su memoria, no entendía como ahora se olvidaba de la forma en que él sonreía.
-Sonríe – Le pidió en un susurro prácticamente inaudible, él lo hizo convencido de que la estaba convenciendo, su corazón apresurado acompaño esa noción en la que sabía que de su palabra dependía su felicidad; las lagrimas no las pudo contener y como cataratas cayeron sobre los dedos de ella, que temblorosos recorrían los labios masculinos.
Una sola gota de sus lagrimas basto para hacerla reaccionar, para recordarle que estaba haciéndole un bien diciéndole adiós, carraspeo con fuerza, como un sinónimo de tomar fuerzas para afrontar lo que vendría.
-Vete – Dijo feroz antes de darle la espalda; el abrió los ojos con fuerza, sorprendido por las palabras que escuchaba, ¿Qué se fuera? ¿Cómo hacerlo si sentía que pertenecía a ese lugar?
-Sabes que vas a sufrir, que vamos a sufrir… no nos hagas esto – Le rogo, odiándose por ello; era orgulloso de su hombría, de su fuerza; de su impecable poder pero, ante ella… era solo eso, un niño que rogaría la vida entera porque no lo apartaran de lo que ama.
-Prefiero sufrir sola – Se dio media vuelta para estar nuevamente frente a él, levanto la mirada con la fuerza que no tuvo antes, trato de conectar su mirada con la de él, sin lograrlo – Además, sé que me podrás olvidar, tal y como yo ya lo hice con tu sonrisa – Se acerco despacio hacia él, recordando perfectamente el camino, casi llegando al lugar deseado doblo un poco su rostro, haciendo que así sus labios cayeran pesados sobre la mejilla de él.
-Vete y por favor olvida a esta ciega – Camino como pudo hacia el ventanal de su habitación, no quería tentarse en volver y abrazarlo, en acallar esos sollozos con sus labios, no quería tentarse de nuevo y robarle la oportunidad a él de ser feliz, ya lo había hecho durante el último año, desde el día que por culpa de otro ella había quedado ciega, y termino hundiéndose en el fango del olvido, borrando hasta lo único que creyó nunca se eliminaría de su mente; su sonrisa… la sonrisa del hombre que amo.
El estruendo de una puerta cerrada con rabia y dolor, fue lo último que escucho de él.

4 comentarios:

  1. Que triste, no me parece justo que despues de haber llegado hasta ahi, ella prefiera dejarlo ir asi como asi, y mas si el la apoya. A veces por amar tanto, sacrificamos nuestra propia felicidad, bueno hoy en dia eso casi no se ve, pero de existe, claro que si. Velo aqui escrito.

    Despues de XXXXX intentos jajajaja
    ya sabes, quiero el antes y despues de esto =)
    mi amiga Alhe tambien jejeje

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  2. Me gusta como escribes pero eres algo asi como la emula (nada que ver con el eMule eh!!!) de Stephen King. Te gusta manipular las emociones al grado de que despues de terminar tus lecturas no sabe uno si ponerse a chillar o darle de patadas a quien este cerca.
    Sabes lo único que no me gusta, es el manejo de colores que tienes.
    Tengo miedo de leerte por que que tal si con esos colores que pones me da cancer en las pestañas?.
    OMG, no quiero ni pensarlo
    Como sea es agradable leer los pensamientos de alguien que traae miles de cosas en la cabeza y se da tiempo para compartilas

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  3. ufff que te digo, me encanta me fascina.. la verdad es que ya no me acuerdo que puse en el anterior jaa pero se que eres una escritora uff buenisima! y en verdad quiero mi historia del marinero con la colegiala ehh jaa te quiero(:

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  4. Me gusta como escribes, aunque esta historia me parecio muy triste porque me recuerda la ansiedad que genera el estar enmorado es lindo y a la vez difícil estar así. Sigue escribiendo y deleitándonos con tus historias son muy bonitas asi nos causen melancolía.Te quiero y admiro.

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